viernes, 1 de enero de 2010
Argentina - Chile - Perú
Hemos andando bastante trajinados en estos dos meses de viaje. En general estuvimos uno o dos días en cada lugar, procurando dónde dormir, qué comer, cambiando pañales y jugando, conociendo. Saliendo de Buenos Aires hacia Jujuy para cruzar a Chile por el paso de Jama. Hicimos este recorrido bastante rápido porque ya lo habíamos hecho un par de veces, y teníamos encima la ansiedad de ir hacia lo desconocido.
Al partir de la ciudad de Bs As fuimos acompañados por nuestro maravilloso club kombinauta, Siemprenkombi, hasta la ciudad de San Pedro, donde festejamos con asado y muchisima buena onda y amistad, la partida de otra kombi hacia America latina. La despedida fue a pura lágrima, cariño y alegría. Inolvidable como el viaje mismo.
Visitamos a la hermosa familia del que conduce en el pueblo de Pavón a 50 km de Rosario, y de ahi seguimos solos hacia la aventura.
Compartimos con José nuestro paso por la Quebrada de Humahuaca, estuvimos con Vero y Juancito en Tilcara, hicimos nuestro primer trabajo en Purmamarca.
Cruzamos a Chile, el camino espectacular, enorme, aaalto, salares, volcanes, formas increíbles. A la Caracola le costó, ibamos despacito (20km x hora) y como calentaba parábamos a cada rato para que descanse. Se subieron Daniela (de Ecuador) y Joan (de España) para el cruce, en seguida se convirtieron en los niñeros de Lolo, desplegaron un gran repertorio de canciones e intentaron ayudarlo a dormir la siesta (sin éxito). Fueron tantas horas de subidas y bajadas que 30 km antes de llegar a la aduana de Chile el disco de embrague, que veníamos usando por demás, se pulverizó y se quemó. En medio de la mismísima nada. Un camionero que paró a socorrernos nos dio un truco para avanzar despacito, y funcionó! Llegamos cual caracoles a la Aduana, en San Pedro de Atacama, hicimos nuestros papeles y la Caracola ya no arrancó más. Los más altos honores para ella que hizo el esfuerzo y nos dejó a una cuadra de un mecánico. Toda esta zona de Chile es desértica, las ciudades están construidas en oasis, así que dormimos entre camiones, al día siguiente Beto fue hasta Calama, una ciudad más grande a encargar un embrague que viajaría desde Santiago en avión, para luego viajar de Calama a San Pedro en bus. Dentro de todo se hizo rápido, estuvimos 4 días ahí, nos salió una fortuna, y como este lugar está viviendo exclusivamente del turismo gringo, es extremadamente caro y hay en el aire un clima de avaricia, si no vas a gastar mucha plata, no se molestan en atenderte bien.
Hicimos un gran esfuerzo por mantener el ánimo en alto, y fuimos muy felices cuando pudimos partir.
Nuestra siguiente parada fue Tocopilla, fue la llegada al mar Pacífico, muy emocionante. Lolo no lo podía creer, se entusiasmó mucho con los barquitos de colores por todos lados. Casas de madera de todos colores, gente sonriente, ya la onda estaba cambiando. Pero seguía siendo carísimo para nosotros, así que pusimos el objetivo en el cruce a Perú, por otro lado cambiando el plan de ir a Bolivia, porque implicaba volver a cruzar la cordillera, que tanto nos había costado.
Dormimos dos noches en Iquique, una ciudad muy particular porque es una zona franca y balnearia, así que todos andan en unos autos último modelo, y las mujeres andan disfrazadas de Lupita Ferrer (consultar “Amándote” novela protagonizada por Arnaldo André). Por su puesto tiene su zona popular y allí fuimos a almorzar y a hacer nuestras compras. Nos metimos en un tremendo Shopping donde se suponía que todo era baratísimo por ser puerto libre, pero seguía siendo carísimo para nosotros.
Dormíamos con la caracola a metros de la orilla, de aquí nos queda el sonido de las olas al retirarse sobre las piedras de canto rodado de la orilla, y el lobito de mar que venía a saludar por las noches.
Pasamos otra noche en Arica, otra ciudad costera, delicia de Lorenzo porque había, en la playa donde dormimos, tremendos juegos para niños con escaleras, túneles, toboganes, camas elásticas.
De a poco nos impregnamos en el paisaje marino, el sonido del mar, los caracoles, las gaviotas, el aroma.
De Arica partimos hacia Perú, todos contentos. Desierto y más desierto, llegamos a Tacna. Comienza el tránsito peruano! En contraste con la prolijidad chilena, aquí todos se mezclan, todos tocan bocina, el peatón es invisible.
La costa peruana tiene unos 2.400 km, con Lima ubicada en el medio. Fuimos subiendo alternando ciudades y pueblos costeros con ciudades y pueblos tierra adentro, siguiendo la ruta Panamericana. Balnearios turísticos vacíos (por fuera de temporada), pueblos pesqueros, ciudades portuarias, ciudades a secas.
De Chile hasta Lima viajamos por desiertos costeros, de un lado el mar, del otro el desierto, ya sea de piedra chica, de piedra grande, de arena, de tierra, es siempre desierto. Con el correr de los días se nos hizo bastante duro, y cuando veíamos un arbolito nos emocionábamos. Por suerte siempre estaba nublado así que el calor no era tanto problema. No hallábamos con quién conversar ya que la zona está desierta de viajeros también, y el peruano del sur es atento pero retraído. Así que nos veníamos sintiendo raros, ya llevábamos varios kilómetros encima y ningún lugar nos inspiraba detenernos.
Paramos en Nazca, emocionados vimos algunas de las famosas líneas, no todas porque el vuelo era demasiado para nuestro presupuesto. No es caro (100 dólares), pero optamos por tenerlos en la billetera.
Paramos en Paracas, que tiene una reserva costera espectacular. Aquí vimos por primera vez en acción, y en bandadas, a unos pájaros que llaman “piqueros” porque para pezcar se transforman en flecha y hacen un clavado perfecto. Los pelícanos, que ya veníamos viendo, también eran muchos, los queremos, son unos personajes bárbaros, grandotes y torpes, para pescar se tiran de panzazo, no es una técnica prolija la que tienen pero debe resultar porque andan todos gordos.
130 km antes de Lima, la intuición de Beto combinada con el GPS nos llevó a a Cerro Azul, con la intención de pasar la tarde y la noche, y llegamos a la playa más linda que habíamos conocido hasta el momento en Perú. Claro que la apreciación de un lugar se da por la combinación de muchas cosas, y en este caso se sumó que (por fin!) se acercó a hablarnos una pareja, Cheyeta y Momo (él peruano, ella austríaca), con su hijito Joao, en seguida aceptamos sus invitaciones y nos cruzamos a su casa, tomamos cosas ricas, Lolo jugaba contento. Emocionados con este encuentro, finalmente nos quedamos 3 días allí disfrutando del lugar, de la compañía y del descanso.
En Lima estuvimos 4 días activos, entre los arreglos a la caracola, trámites, compras y los hermosos encuentros con el grupo de escarabajos CAVE.
De Lima hacia el norte el CAVE fue una referencia para nosotros. Participamos en reuniones de Cave Lima Sur y del encuentro de Cave Lima Oeste. Nos han invitado a comer, nos han llevado en caravana de escarabajos hasta el hotel, nos han dado presentes, nos han mimado mucho.
Con el amigo José Kombiman Rebaza, su mujer Silvia (kombiwomen) y Dieguito (kombiboy), y, claro, su kombi Pan de Molde, partimos hacia el norte, pasamos la noche en Sayán, y nos hicieron pasar un lindísimo día, con una emocionada despedida en la albúfera de Medio Mundo. Lolo todavía los extraña.
Nuestro siguiente objetivo era encontrarnos con Jorge y Meli, pareja de colombianos que vienen bajando en su kombi lunita desde Colombia hacia Ushuahia, en su viaje “Suramérica de Costa a Costa”. Allí nos relajamos otra vez con buena compañía, vimos pelis en su kombi, se hicieron grandes amigos de Lolo, visitamos las ruinas de Sechín, tomamos café colombiano, intercambiamos presentes y nos costó mucho despedirnos de ellos. Tanto nos relajamos que olvidamos que vencía el seguro, el que se dio cuenta fue el enésimo policía carretero que nos paró, que tuvo la mala idea de leer con detalle nuestro papelucho y se dio cuenta de que el seguro había vencido el día anterior. Gran pantomima de gran multa y terribles males que terminó con coima de 40 soles.
Llegamos a Trujillo el 24 de diciembre, invitados por Fernando y familia, del grupo CAVE, a pasar navidad con ellos. Tuvimos la oportunidad de saborear el desayuno de navidad a la peruana, consistente en chancho, papa y chocolate caliente. Gracias!
Allí visitamos la “Huaca de la Luna”, de la cultura Mochica. Impresionante, inolvidable. Es una pirámide construida en ladrillos de adobe, tiene 5 niveles, era un centro ceremonial. Cada nivel fue construido para una generación de sacerdotes, cuando morían, ese nivel se sellaba, llenándolo todo con ladrillos de adobe, y se construía otro templo arriba. El recorrido guiado que comienza con algunos ladrillos de adobe, después unas salas, después murales de colores en altorrelieve, después se pueden ver fragmentos de murales de los distintos niveles que han ido destapando, y termina con la vista exterior, con unos frisos impresionantes. Vamos a subir fotos de esto. Quedamos impactados, incluso Lolo. (dicho sea de paso, si ve una foto de las líneas de Nazca se acuerda de que estuvimos ahí, comentando que subimos una escalera alta para verlas).
El grupo de Cave Trujillo nos despidió con un almuerzo, y con un gran obsequio de provisiones para la alacena de la Caracola! Lolo contentísimo con la abundancia de yogurcitos en tetra brick.
Días después nos reencontramos con Sofía, miembro de Cave Lima, en Lambayeque, con su enorme y cálida familia reunidos para las fiestas. En Lambayeque vivimos muchos hitos (algunos más importantes y otros más bobos). En Buenos Aires nació mi sobrina Sofía. Anduvimos por primera vez en mototaxi. Hicimos una noche en la playa con Sofía y una parva de sobrinos (viajamos 10 en la Caracola), que durmieron todos en el armatoste de carpa que llevamos, que se armó por primera vez. Al día siguiente Lolo se metió por primera vez al mar, después de un mes de mirarlo de lejos sin querer acercarse.
Fuimos al Museo de Las Tumbas Reales de Sipán, también de la cultura Mochica. También impresionante, armado en in cresendo, mostrando el trabajo arqueológico que comienza con un pequeño descubrimiento y termina con capas y capas de tesoros en la tumba de un rey, donde se encontraron objetos que hasta el momento sólo se conocían por los dibujos de las cerámicas mochicas, y cambiaron muchas de las suposiciones que se tenían sobre esta cultura. La impresión que me deja el conocer la expresión de estas culturas es que tenían una mirada poética de la vida y gran poder de síntetizar visualmente las energías que percibían.
Nos fuimos de Lambayeque con la compañía de la madre de Sofía, hermosa compañía, dormimos en su casa de campo, herencia de sus suegros, nos encantó conocer por dentro una casa como tantas de las que vehíamos por la ruta, con su ganado, un pavo había puesto sus huevos en el baño, su árbol de ciruelas, el tamarindo, los mangos, los limones. La caracola partió con todos estos aromas dentro, por generosidad de Sofía madre. Lolo fue tan terco con el mango como con el mar, no lo quizo probar hasta después de un mes, ahora es fanático y canta “Mango, que rico el mango e - e- e – e- , mango…”
Finalmente en Piura, donde solo pensábamos hacer una regulación de válvulas, fuimos recibidos por Wilmer, del grupo CAVE; en su taller “Repuestos Vocho” donde tenían lo que necesitábamos y la Caracola pudo recibir sus mimos de generosas y expertas manos. Quedamos agradecidísimos con Wilmer y su familia por su generosidad y disposición, riquísimo ceviche, nos llevaron a conocer, Lolo recibíó juguetes, caramelos, su comida en el momento justo, y su ansiado paseo en escarabajo.
Otra vez los miembros de CAVE nos brindaron todo lo que estaba a su alcance y más, con cariño y alegría. Son para nosotros un ejemplo de hospitalidad que agradecemos y que deja huella en nosotros tres.
Así llegó el 31 de diciembre, nos costó pero conseguimos una playa tranquila, conseguimos golosinas y cerveza, nos metimos un poco al mar, y nos acostamos en la caracola. Escuchamos el mar como nunca antes, el microsegundo de silencio entre ola y ola. Beto y Lolo se durmieron antes de las 12, yo me quedé escribiendo notas para poder compartir esto con ustedes.
Al día siguiente, hoy, hicimos nuestra entrada en Ecuador, el paisaje cambió rotundamente y hay plátanos por todos lados y rasgos afros. En unos días estaremos trabajando en las playas. Abajo escribo algunas notas sueltas que fuimos escribiendo.
Los Mototaxis
Empezámos odiándolos y terminámos teniéndoles cariño. En general estan manejados por adolescentes. Los vamos a extrañar. Tomamos uno de despedida por órdenes y súplicas de Lolo. Es como subirse a una montaña rusa que vibra y ensordece.
La Azaña
Caracola en equilibrio, la rueda derecho-trasera enterrada en la arena y la izquierdo-delantera en el aire. Rápida evacuación y se balanceo. Por atrás Beto alza la caracola y la empuja. Éxito instantáneo.
Alberto de Ilo
Fue el primero en decirnos “bienvenidos a Perú”, casi nos arranca una lágrima.
Leche de tigre
Aperitivo de caldo de pescado caliente y picante.
Lo que se canta en la caracola: la cucaracha; la vaca lechera tolón tolón; que rico el mango.
El Ceviche
Exquisito y simple. Pescado crudo, limón del norte, cebolla, picante.
Los Anticuchos
Corazón de res sazonado en vinagre, con picante, en brochette. Riquísimos.
El Chifle
Plátano frito en rodajitas.
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