Hace ya casi un mes que entramos en Ecuador. Luego de pasar una noche en Machala y otra en Guayaquil, nos vinimos directamente a Montañita con el foco puesto en trabajar. Montañita es un pueblo de playa, muy mentado entre viajeros por su fama de muchísimo turismo, y por ende trabajo, además en Ecuador es difícil parchar (vender artesanías en la calle), pero Montañita está liberado, en todos los sentidos. Que el resto de Ecuador es difícil significa, lisa y llanamente, que es habitual que la gente que vende artesanías sea deportada por la policía de migraciones. Ya escuchamos demasiadas historias de estas como para tener ganas de intentar parchar por otros lados. En concreto nos encontramos con un lugar bastante caótico, muchos negocios, bares, hoteles, restaurantes, muchas músicas sonando al mismo tiempo, hoteles lujosos al lado de construcciones a medio hacer medio abandonadas, mucha basura, precios muy altos, mucha gente intentando hacer su negocio de temporada con muy buena onda, y muchos, demasiados, jóvenes argentinos de clase media alta con aires detestables. Al principio nos queríamos morir, hacer tantos kilómetros para estar rodeados de conchetos, ahora los podemos ignorar bastante.
Nuestro negoción de comprar artesanías en Perú para revender aquí es un fracaso, algo se vende pero muy poquito, mientras tanto estamos aprendiendo a hacer macramé, tenemos amigos artesanos que nos van enseñando distintos puntos y es muy lindo hacerlo, implica bastante concentración y tiene algo de meditativo. Lo bueno es que nos salieron un par de trabajos de fileteado: una pared que pintamos en una casa de veraneo y un cartel para un restaurante, quedaron muy bien, los clientes conformes y nosotros también. Hemos armado un blog para darle más empuje a esto: www.pintandoelviaje.blogspot.com y también nos pintamos una publicidad en la Caracola, todavía sin terminar pero el laburo del cartel salió gracias a eso, y cuando vamos andando oímos que la gente lo lee en voz alta. Pero en definitiva, el saldo es que viviendo aquí gastamos más de lo que ganamos, hasta ahora.
Pared que pintamos en Olón
Cartel para restaurant en Montañita
Cuando nos salió el trabajo del cartel ya llevábamos unos 15 días viviendo en la playa, así que para poder pintar tranquilos y necesitando un poco de confort nos alquilamos una pieza de hotel por otros 15 días. Ahora nos toca parchar el fin de semana en el que viene el turista ecuatoriano que compra más, veremos un par de días más si sale algún cartel, y si vemos que no sale nada, ya encaramos para Quito para conocerla y para encontrarnos con la gente del club de kombis de allá, y si no logramos algún trabajo ahí, tendremos que irnos rápidamente para Colombia ya que aquí no podemos parchar.
Caos típico en La Caracola
Tanto en la playa como ahora en el hotel no paramos en Montañita sino en Olón, otro pueblo de playa a 3 km, porque es muchísimo más tranquilo. Montañita, que es como un Amsterdam ecuatoriano, no para nunca su joda, en cambio en Olón no pasa nada, en la playa hay cabañitas donde las señoras cocinan y nos hicimos nuestra amiga Dominga que nos cocina a precios locales y siempre tiene algún regalito para Lolo, juguitos, bananas, y Lolo la adora. La comida siempre arranca con una sopa y después viene pescado apanado (milanesa) o pollo, siempre con arroz y plátano en alguna forma: frito, asado o patacón, que es frito, después se hace bola y se aplasta como una croqueta.
Los desayunos son lo que nosotros comeríamos en un almuerzo (arroz, lentejas, pollo, pescado), un desayuno más tranqui, en el que incurrimos varias veces, es el bolón (plátano frito hecho pasta, mezclado con pedacitos de queso, se hace bola y se vuelve a freir) + huevo frito + limonada. Está buenísimo, es una bomba.
Lolo con Dominga
Cuando pintamos el cartel en Purmamarca, el hombre que nos lo encargó nos dijo que pasáramos a ver a su hija que estaba viviendo en Montañita, hacia ella fuimos cuando llegamos y Zoe, sus amigos y su local de empanadas han sido nuestra base de operaciones todo este tiempo. En seguida de llegados nos presentaba a la gente como “unos de los mejores fileteadores de argentina”. Zoe es lo más! Gracias a ella tomamos mate todas las tardes, un lujo total. Su marido, Marlon, es ecuatoriano, y tienen un hijito, Amaru, con el que Lolo a veces juega pero el nene anda pasando por una etapa de bruto así que por lo general Lolo le huye (el Lolo sigue siendo un buenazo que no le pega a nadie, salvo a sus padres, y le dice al nene “noooo, cuidado con Lolo”, o si le quiere sacar los juguetes le dice “noooo, para Lolo” y lo separa suavecito.)
con Zoe y familia
Hace bastante calor aquí, Lolo puede andar desnudo y de a poco se está interesando en el temita de hacer caca y pis fuera de los pañales.
Al lado del negocio de Zoe está el de Purahoja, este hombre (Purahoja) es otro capo, es montañitence, siempre laburando, construyendo, haciendo un baño, o haciendo un lomo de burro en la calle, o cocinando, o cuidando sus plantas. Es igualito a Bob Marley, para mi.
Al lado está el local del Rafa, un guayaquileño buenísima persona, adora a Lolo, está construyendo su imperio a base de vender tortillas de papa en la playa. Está cansado de pelar papas así que día por medio abre el local solo para los amigos, caen guitarra y cajón peruano y él se pone a cantar improvisando, si pasamos por ahí nos incorpora a la canción y Lolo se emociona todo.
El Rafa
Con Rafa pasamos 3 días de lujo en una casona frente a la playa que le habían prestado, esos días disponíamos de horno e hicimos brownies y se vendieron muy bien. También participaron del proyecto brownie Vivi y Andrés, colombianos de Cali con los que esperamos reencontrarnos, nos divertimos mucho esos días con ellos.
Otra gente con la que la pasamos muy bien fue con una familia chilena: Lucho, Magaly y el pequeño Lucas, los conocimos en el local de Zoe y en seguida hicimos buena onda, y nos gustó más todavía que fueran chilenos porque pudimos borrar la mala impresión que trajimos de nuestro paso por ese país. Con ellos fuimos a conocer unas cascadas y pudimos ver que a sólo media hora de la playa, metiéndonos en la sierra, estábamos en la selva (“estamos en la selva de verdad!”, no paraba de decir Lucas). Mención para La Caracola que hizo el camino que era “sólo para 4x4”, porrrrrrr favorrrrrr.
Lucho, Lucas y Magaly
En las cascadas de Alex
En fin, este es el resumen, estamos conociendo muchísima gente, estamos aprendiendo a trabajar en el camino. Hubo días en que estábamos medio desanimados sin poder generar dinero, y al rato nos encontrábamos con uno y con otro, el Rafa repartía la tortilla que no había vendido, otro nos hacía probar un jugo, otro le regala a los nenes las tortitas que quedaron de la venta de la playa, o nos invitan cervezas frescas, nosotros llevamos a la gente en la Caracola, y así van fluyendo mejor los días, escuchando historias de vidas y de viajes, escuchando consejos sobre los lugares donde estaremos, brindándolos de los lugares donde hemos estado.
Hay muchos colombianos aquí y nos encantan, así que si bien queremos conocer más del Ecuador, también ya estamos ansiosos por entrar a Colombia. Veremos!
Lolo al lado de nuestro puestito
Beto preparado para la batalla
PD: muchísimas gracias a todos los que publicaron comentarios. Disculpen que no hemos podido contestarlos, por supuesto que los leímos y nos emocionamos con saber que estamos en contacto por este medio.
John: ya has partido en tu viaje? Avisanos así nos encontramos.
Sofía: estarás de nuevo en Lima en el trajín, saludos a toda la familia y un abrazo enorme para vos!
Radio Kombinauta: qué haríamos sin ustedes!
Kombiman, Kombiwomen, kombiboy: uy como los extramos!
Lucho: los recordamos siempre, vieron que bien salieron en la foto?
Diego: siempre amable con nosotros, hay que hablar con él para conocer Lima. Saludos!
Pablo y sus pes: te extrañamos! porqué no te venís? Traela a Pau, sino no!
Enrique: todos somos! Venite también!
CavePiura: nos vemos en Colombia, abrazos para todos, Wilmer, Adezda, Aranza, Tito, Jorge, Tato... los recordamos.